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Mejorar los servicios de salud y disminuir su impacto ambiental través de la Economía Circular

La realidad post COVID que estamos viviendo, coincide, por desgracia, con la emergencia climática declarada en España a finales de 2019, tras la cumbre de la ONU (COP25), realizada en Madrid.

En esta cumbre, se ha logrado unir la mayoría de los países europeos, entorno a una estrategia de endurecimiento de las políticas y medidas de combate al calentamiento global, alargada a todos los sectores de actividad (públicos y privados) y a toda la población, que culminó con la declaración de “Emergencia Climática” coincidente, también con la publicación del Pacto Verde Europeo.

En este contexto, el sector de la salud pública asume extrema importancia como garante del bien estar físico y psicológico de la población y al mismo tiempo, por su fuerte impacto ambiental.

La huella climática del sector de la salud mundial es equivalente al  4,4% de las emisiones netas de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático, lo que impacta negativamente en la salud de las mismas comunidades a las que sirve el sector.

Salud y cambio climático

El cambio climático, principal reto de este siglo, es igualmente un problema de salud pública por su gran influencia en los factores sociales y medio ambientales de la salud, que son: aire limpio, agua potable, alimentos suficientes y una vivienda segura.

Según información y datos divulgados por la OMS, en la última década, los efectos mundiales para la salud del calentamiento global son (y seguirán siendo cada vez más) muy negativos como podemos comprobar en los casos siguientes:

  • Temperaturas extremas y contaminación del aire– las temperaturas altas provocan un aumento de los niveles de ozono y de otros contaminantes del aire que agravan las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, contribuyendo directamente a las defunciones por estas dolencias, sobre todo entre las personas de edad avanzada. En la ola de calor que sufrió Europa en el verano de 2003, por ejemplo, se registró un exceso de mortalidad cifrado en 70.000 defunciones. Además, los niveles de polen y otros alérgenos también son mayores en caso de calor extremo, aumentando la incidencia de asma, enfermedad que afecta a unos 300 millones de personas. Asimismo, en el mundo mueren más de7 millones de personas prematuramente cada año a causa de la contaminación del aire.
  • Desastres naturales – A nivel mundial, el número de desastres naturales relacionados con la meteorología se ha más que triplicado desde los años sesenta. Cada año esos desastres causan más de 60 000 muertes, sobre todo en los países en desarrollo.

Se prevé que el aumento del nivel del mar y unos eventos meteorológicos cada vez más intensos destruirán hogares, servicios médicos y otros servicios esenciales, a raíz de que más de la mitad de la población mundial vive a menos de 60 km del mar. Muchas personas pueden verse obligadas a desplazarse, lo que acentúa a su vez el riesgo de efectos en la salud, desde trastornos mentales hasta enfermedades transmisibles.

  • Variación de la pluviosidad – la creciente variabilidad de las precipitaciones afectará al suministro de agua dulce, y la escasez de esta puede poner en peligro la higiene y aumentar el riesgo de enfermedades diarreicas, que cada año provocan aproximadamente 000 defunciones de menores de cinco años. En los casos extremos, la escasez de agua causa sequía y hambruna. Se estima que a finales del siglo XXI es probable que el cambio climático haya aumentado la frecuencia y la intensidad de las sequías a nivel regional y mundial.

Al revés, en otras regiones del globo, están aumentando la frecuencia y la intensidad de las inundaciones, teniendo como consecuencias inmediatas, ahogamientos y lesiones físicas, daños en las viviendas y perturbaciones del suministro de servicios médicos y de salud.

Asimismo, se prevé un aumento de la frecuencia y la intensidad de precipitaciones extremas a lo largo de este siglo, lo que favorecerá la contaminación de las fuentes de agua dulce, aumentando el riesgo de las poblaciones contrajeren enfermedades causadas por el consumo de agua no tratada, así como, debidas a la proliferación de insectos, vectores de transmisión de dolencias variasEs probable, que los cambios del clima prolonguen las estaciones de transmisión de enfermedades, causadas por mosquitos alteren su distribución geográfica. Los estudios al respecto llevan a pensar que el cambio climático continuará aumentando el riesgo de transmisión de enfermedades como el dengue y el paludismo, que en los países africanos matan 600.000 personas cada año, sobre todo niños menores de cinco años.

Aliando el aumento de la temperatura a la variabilidad de las lluvias, tendremos una reducción probable la producción de alimentos básicos en muchas de las regiones más pobres. Ello aumentará la prevalencia de malnutrición y desnutrición, que actualmente causan 3,1 millones de defunciones cada año.

Todas las poblaciones se verán afectadas por el cambio climático, pero algunas son más vulnerables que otras. Los habitantes de los pequeños estados insulares en desarrollo y de otras regiones costeras, megalópolis y regiones montañosas y polares son especialmente vulnerables.

Se prevé asimismo que los efectos en la salud sean  más graves en las personas mayores y en aquellas que sufren de otras enfermedades de riesgo.

Las zonas con infraestructuras sanitarias deficientes, la mayoría en países en desarrollo, son las que tendrán más dificultades para prepararse y responder si no reciben asistencia.

En este contexto, la sanidad, debe afrontar el reto ineludible de asegurar tanto la sostenibilidad del sistema sanitario y la de nuestro entorno. Porque ….

La economía circular es un modelo que se puede aplicar a cualquier actividad. Además, debe formar parte de estrategias transversales y a largo plazo que comprometan solidariamente a todos los agentes sociales, económicos y políticos implicados en su adopción.

El cambio demográfico que estamos viviendo, caracterizado por el envejecimiento de la población y sus secuelas sobre los sistemas de salud (que a menudo se ve reducida su calidad y su capacidad de actuación por tener que afrontar una demanda de servicios desajustada en relación con los medios disponibles) y más recientemente la pandemia, constituyen factores imperativos para hacer evolucionar el sistema de salud hacia la sostenibilidad.

Al igual que en otros sectores, la salud consume gran cantidad de recursos tales como agua, energía, metales compuestos químicos. Además, genera un importante volumen de residuos por el empleo generalizado de productos de un solo uso, de que se destacan los plásticos y por la acumulación de materiales y equipos no utilizadosobsoletos o caducados (p.efármacos). Por ello implementar estrategias de economía circular es una gran oportunidad para que la Salud se vuelva más sostenible y resiliente, ganando eficienciaahorrando costesreduciendo sus impactos ambientales huella de carbono.

En este contexto, una buena inversión en salud significa, más allá de dotar los servicios de los medios y recursos destinados a salvar vidas, apoyar el diseño e implementación de estrategias y medidas circulares.

La Economía Circular, nos da la oportunidad de enfrentarnos a retos que aseguren la sostenibilidad del sistema de salud, ya que está enfocada en la necesidad urgente de cambiar el modelo lineal de uso/consumo de los recursos; generación de residuos (muchos de ellos peligrosos) y emisiones contaminantes, por un nuevo paradigma en el que se cierren los ciclos de recursos, productos, servicios, residuos y materiales, potenciando el rendimiento de las cadenas de valor del sector.