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La huella de carbono y qué podemos hacer para reducirla

Todo lo que haces en tu día a día contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero (GEI); es decir, aquellos que se acumulan en la atmósfera e incrementan la temperatura de la Tierra.

Y cuando decimos todo, es TODO: desde darte una ducha, comerte una hamburguesa, consultar tu móvil, coger el coche o ver una serie. 

El aumento de la emisión de GEI tiene una relación directa con el calentamiento global. Así que, una buena manera para tener consciencia de ello y ponerse en acción para frenar ese calentamiento, es saber cuál es nuestro impacto ambiental. 

Seguro que has oído hablar de la huella de carbono. Pero, ¿sabes qué es exactamente? ¿Y por qué es importante?

Sigue leyendo y te contamos. 

El gas de efecto invernadero que tiene un impacto más penetrante, es el dióxido de carbono (CO₂), ya que permanece en la atmósfera durante cientos de años y todavía más tiempo en los océanos. 

Aunque hay otros GEI como el metano y el óxido nitroso, que también son responsables fundamentales del calentamiento global. 

El rastro de gases de efecto invernadero (GEI) que dejan las actividades humanas se conoce como la huella de carbono.  Es una métrica ambiental que calcula la totalidad de las emisiones de GEI generadas, directa e indirectamente, por una persona, un grupo, una organización, empresa o incluso un producto o servicio. 

La huella de carbono se mide en masa de CO₂ equivalente (CO₂e o CO₂eq). Se usa así porque el CO₂ es el gas más abundante entre los GEI y se utiliza como referencia en la medición del resto de los elementos.

Es importante conocer la huella de carbono que generamos, porque ayuda a emprender acciones cotidianas que disminuyan las emisiones.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) señala que la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera alcanzó un nuevo récord en 2019 y que los niveles actuales de CO₂ atmosférico son equiparables a los de hace más de tres millones de años, cuando el termómetro terrestre marcaba unos 3 °C más y el nivel del mar estaba entre 10 y 20 metros por encima del actual. 

La huella de carbono no ha parado de crecer —se ha multiplicado por 11 desde 1961— y ya supone el 60 % del impacto total del hombre en el medio ambiente.

Nuestra huella personal

La huella de carbono personal es la que genera un solo individuo en su vida cotidiana al moverse, consumir, alimentarse y utilizar recursos como la energía.  

Se estima que cada persona que habita el planeta, genera una media de casi cuatro toneladas anuales de CO₂. 

Los expertos señalan que la huella de carbono personal debe reducirse a menos de dos toneladas anuales para 2050. Esta es la mejor forma de evitar que la temperatura siga subiendo y alcance el temido umbral de los 2 °C, lo que agravaría el cambio climático y lo convertiría en un problema irreversible.

Para calcularlo, es necesario conocer los hábitos de consumo y posesiones de una persona.

La huella de las empresas

Al igual que las personas, las empresas y entidades también realizan actividades que producen gases de efecto invernadero. Estos se emiten por efecto directo o indirecto a través de su actividad, ya sea la fabricación, el transporte o el consumo energético. 

La huella de carbono corporativa mide todas las emisiones GEI de las empresas y su alcance, tanto si son directas y pueden controlarlas como si no.

Aunque hasta ahora no es obligatorio, el cálculo de la huella de carbono es el primer paso para que una organización pueda conocer su impacto en el planeta e iniciar acciones para reducirlo.

Así, las compañías suelen tener la opción de reducir o compensar su huella de carbono: mejorando su eficiencia energética, consumiendo energía de origen 100% renovable, haciendo campañas de sensibilización, invirtiendo en proyectos medioambientales, pagando impuestos verdes o comprando toneladas de CO₂ en el mercado internacional de emisiones.

Para las empresas que deseen ir más allá del cálculo de la huella de carbono y de la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero, es posible compensar parte de las emisiones de CO₂ consideradas inevitables, e incluso conseguir una huella de carbono cero.

Hay tres pasos para alcanzar la neutralidad de carbono:

  • Conocer y medir su huella de carbono.
  • Reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero reduciendo su dependencia de los combustibles fósiles. 
  • Compensar las emisiones de carbono que no pudieron evitarse en la segunda etapa. Para lograr la neutralidad de carbono, la financiación del proyecto medioambiental debe corresponder a la cantidad de CO2 producida.

La huella de los productos

Los servicios y los bienes de consumo también emiten gases de efecto invernadero antes, durante y después de su vida útil. 

Desde la extracción de materias primas, el procesado, la producción y la distribución hasta la etapa de uso y su transformación en un residuo que se reutilizará, se reciclará o se desechará en un vertedero. 

La huella de carbono de los eventos, como conciertos, espectáculos o competiciones deportivas, entre otros, también resulta considerable debido a elementos como el transporte, el consumo de energía, la basura generada, etc.

Puedes calcular tu huella de carbono

Existen una gran cantidad de herramientas gratuitas para calcular la huella de carbono personal en solo unos minutos y de manera sencilla.

Por ejemplo, la calculadora que ofrece la ONU, que tiene en cuenta tu tipo de vivienda, su tamaño, la eficiencia energética, tu modo de transporte habitual y tu estilo de vida, como el consumo de carne y productos locales, o la gestión de los desperdicios y residuos. 

Conocer la huella de carbono personal u organizativa es útil por las siguientes razones: 

  • Para identificar las emisiones GEI y reducirlas.
  • Permite poner en valor el desempeño ambiental de una organización a nivel de comunicación corporativa. 
  • Puede utilizarse como herramienta divulgativa para sensibilizar sobre el coste ambiental.

¿Cómo reducir nuestra huella de carbono?

Existen muchos pequeños gestos que puedes hacer para reducir tu huella de carbono y, por tanto, tu impacto ambiental, en cada una de tus actividades cotidianas. 

Los pequeños cambios pueden suponer una gran diferencia a largo plazo. Te indicamos algunas cosas que puedes poner en práctica: 

  • – Consume productos locales y de temporada. 
  • – Limita el consumo de carne, especialmente de carne de vacuno. 
  • – Consume pescado obtenido mediante pesca sostenible. 
  • – Utiliza bolsas de compra reutilizables y evita los productos con embalaje de plástico excesivo. 
  • – Asegúrate de comprar solo lo que se necesita, para evitar el desperdicio de alimentos.
  • – Cuida bien la ropa.
  • – Trata de intercambiar, prestar, alquilar o comprar de segunda mano.
  • – Usa menos la secadora.
  • – Compra ropa fabricada de forma responsable, con material reciclado o con etiqueta ecológica.
  • – Usa la bicicleta o el transporte público.
  • – Utiliza el coche solo cuando sea necesario. 
  • – Tratar de usar el tren más a menudo.
  • – Baja la calefacción 1 ºC.
  • – Acorta el tiempo que pasas en la ducha. 
  • – Cierra el grifo mientras te lavas los dientes o lavas los platos.
  • – Desenchufa los aparatos electrónicos y no dejes el teléfono enchufado cuando la batería ya esté cargada.
  • – No almacenes datos innecesarios en la nube. Opta por productos eficientes desde el punto de vista energético que lleven la etiqueta «A». 
  • – Limita y recicla tus residuos.

Y, en definitiva, ten presente siempre el significado de las tres erres y procura aplicarlas siempre que puedas: Reduce, Reutiliza y Recicla.

Ya sabes que en Donalo apostamos por la importancia de reciclar, pero sobre todo, de REUTILIZAR. Por ello, trabajamos, cada día, recibiendo equipos informáticos donados por empresas, los remanufacturamos y los entregamos a ONG o personas con pocos recursos, asegurando su trazabilidad y correcto reciclaje hasta el fin de su vida útil. 

Para más detalles de cómo puedes contribuir tú a este cambio, clica aquí

Fuentes: 

Global Footprint Network

Greenpeace

Europa.eu