Donalo

¿Dónde puede crear valor la economía circular?

Las especiales características y la complejidad del actual contexto económico exigen optimizar el retorno de las inversiones en medios y recursos de todo tipo, y proyectar a la vez al máximo la duración del ciclo de vida de los productos.

Los recursos productivos, sobre todo los naturales y de índole limitada, son cada vez más costosos y escasos, lo cual conduce a la necesidad de gestionarlos con rigor, y de utilizarlos de un modo que permita evitar el despilfarro a lo largo de todo su ciclo de vida.

El clásico esquema lineal extracción-transformación-uso-eliminación ha de ser sustituido por opciones de retroalimentación del tipo reducción-reciclaje-reutilización-recuperación, de acuerdo con los fundamentos de la “Economía Circular”. A lo cual hay que añadir también la necesidad de adoptar nuevos modelos de negocio y de consumo basados en los principios de la sostenibilidad.

Además, la rápida aceleración de las economías extractivas y de consumo desde mediados del siglo XX, ha provocado el crecimiento exponencial de factores externos negativos. Es muy probable que estas tendencias se agraven, ya que se estima que la cantidad global de consumidores se duplicará de aquí al año 2030.

Adoptar como única solución del problema la reducción del consumo de recursos y de energía fósil por unidad de producción económica, no modificará la naturaleza finita de las reservas, sino que únicamente retrasará lo inevitable. Varios indicadores señalan que el modelo lineal es cada vez más cuestionado por el propio contexto en el que opera, y que es necesario un cambio profundo del sistema operativo de la economía lineal tradicional.

Así que, la adopción generalizada de modelos de negocio basados en la economía circular puede multiplicar las estimaciones actuales de lo que puede suponer el peso de la economía circular en la economía global.

Veamos cuáles son las 4 áreas de creación de valor en la economía circular.

Cadena de valor en la economía circular

1. Recursos duraderos

Nos referimos a recursos que se pueden regenerar en el tiempo de modo que no solo duren más (eficiencia), sino que sean para siempre (eficacia).

Esto significa una rotura del vínculo entre escasez de recursos y actividad económica, utilizando únicamente aquellos recursos que se puedan regenerar para darles un uso productivo.

Ejemplos pueden ser las energías renovables y los productos bioquímicos: esta aportación puede suponer el 40% del valor total.

2. Mercados líquidos

En estos se hace un uso óptimo de productos y activos, que los usuarios pueden utilizar e intercambiar con facilidad

Se enfoca a eliminar los tiempos de inactividad de productos en el mercado con el fin de aumentar el número de usuarios que disfrutan del mismo volumen de productos.

Ejemplos son el uso compartido y el intercambio de productos y activos sobrantes: pueden suponer un 10%.

3. Ciclos de vida más largos

Se conciben y emplean productos hechos para durar.

Es necesario poner en valor productos con uso económico durante más tiempo para que satisfagan una demanda mayor y sean más útiles sin necesidad de recursos naturales adicionales.

Ejemplos son monetización de la longevidad de productos mediante servicio, actualización y reacondicionamiento: se estima un 30% del valor total.

4. Cadenas de valor interconectadas

En las que se generan #DesperdicioCero desde la producción hasta la eliminación.

Su objetico es la minimización de la destrucción del valor de los recursos en una cadena de valor, recuperando residuos y usándolos como puntos de partida para el siguiente proceso de producción.

Ejemplos pueden ser el fomento del reciclaje y el uso eficiente de recursos: esto supondría el 20% que nos faltaba.

Su objetivo es la minimización de la destrucción del valor de los recursos en una cadena de valor, recuperando residuos y usándolos como puntos de partida para el siguiente proceso de producción. Ejemplos pueden ser el fomento de la reutilización y el uso eficiente de recursos: esto supondría el 20% que nos faltaba.

El diseño y los procesos productivos deben ser ajustados a la producción de artículos de larga durabilidad, bien sea mediante el incremento de su vida útil, o permitiendo la sustitución de componentes a lo largo de su ciclo de vida mediante su reparación, reacondicionamiento o nueva fabricación, principios que están del todo reñidos con la habitual práctica de la “obsolescencia programada”.

Aún más revolucionario es lo que ocurre cuando las industrias establecen con sus clientes un compromiso de implantación de modelos de negocio innovadores, mediante los cuales el proceso de reciclaje o reacondicionamiento se logra a través del retorno de los productos obsoletos a la cadena de producción.

Sin embargo, este esquema es aplicable solo cuando se dispone de mecanismos, infraestructuras y vías de recolección y logística que faciliten a los usuarios el retorno de los artículos al productor o al distribuidor, lo cual implica la necesidad simultánea de cambiar los modelos y hábitos de consumo a nivel del propio ciudadano, el verdadero motor de la demanda de productos y servicios.

La economía circular es imparable, ¡sobre todo si queremos sobrevivir en nuestro planeta!