La economía circular supone una alternativa al modelo de producción y consumo actual. Pero, ¿sabemos realmente qué es y qué implica?, ¿somos conscientes de sus beneficios?, ¿del cambio que supone?, ¿de su potencial innovador y disruptivo?
La economía circular surge como una alternativa que permite desvincular el crecimiento económico del consumo de recursos y del deterioro ambiental. Supone una opción prometedora, capaz de solucionar desafíos ambientales mientras crea nuevas oportunidades empresariales.
La economía circular abarca toda la cadena de valor
Si innovar, como dijo Peter Drucker, significa encontrar nuevos o mejorados usos a los recursos de que ya disponemos, la innovación es un poderoso catalizador de la economía circular. Y viceversa. La aspiración de alcanzar un sistema circular estimula ideas creativas e innovadoras.
Ante el declive del sistema lineal, el emergente modelo circular convierte la escasez de recursos en nuevas oportunidades y beneficios. La innovación lo hará posible. Ambos conceptos se retroalimentan: innovación y economía circular, un binomio redondo.
Las startups, más ágiles y flexibles, están siendo pioneras en utilizar modelos de negocio circulares. Algunas multinacionales impulsan también iniciativas destacables. Pero, la mayoría de grandes empresas, ¿está apostando lo suficiente por este nuevo modelo?, ¿o su ADN es aún lineal?
Existen motivos potentes para apostar por la economía circular. ¿Qué empresa o gobierno no estaría interesado en reducir su dependencia de los recursos, mientras resuelve retos ambientales y transforma residuos en ingresos? El discurso es atractivo y motivador. Pero conseguirlo no es fácil.
Hacer realidad la economía circular requiere un esfuerzo importante en cuanto a gestión del cambio. Y volviendo a Drucker: para gestionar algo conviene medirlo. Las métricas son fundamentales para administraciones y empresas, facilitan la toma de decisiones y permiten monitorizar el cambio hacia lo circular.
¿Y cuál es la situación de partida? ¿Qué indicadores debemos utilizar? ¿Disponemos de los datos necesarios para analizar y de estándares para comparar? ¿Cómo medir la circularidad? Reflexionar sobre cuestiones de este tipo es un ejercicio importante para pasar de la teoría a la práctica. El informe sobre economía circular de Cotec, el primero sobre este tema que se hace en España, avanza en esta dirección.
La economía circular tiene carácter transversal, atañe a todos los sectores e integra disciplinas y ámbitos de conocimiento tan diversos como biomímesis, nuevos modelos de negocio, bioeconomía, emprendimiento, ciencia ciudadana, nanotecnología, sistemas inteligentes, impresión 3D, innovación social, educativa y financiera, tecnología blockchain, internet de las cosas, inteligencia artificial y robótica.
La colaboración es clave en la economía circular
A todos nos toca la economía circular. Como ciudadanos, empresarios, políticos o académicos, a todos alcanza el cambio que se está produciendo. Y también afecta a los más jóvenes, las nueva generación que deberá hacerla realidad. La colaboración a todos los niveles es clave para conseguirlo.
Esta nueva economía requiere una nueva forma de interpretar el mundo, cambios reales en los valores y comportamientos. Cada uno a nuestra medida tenemos capacidad para facilitar esta transición. En recompensa, surgirá valor donde antes no se veía.
Como ciudadanos, podemos impulsar la economía circular a través de nuestras decisiones económicas (de compra, ahorro, inversión, etc). Podemos alquilar ciertos bienes en vez de comprarlos y optar por empresas, productos y servicios que incorporen la circularidad.
Además, diversas iniciativas ciudadanas, movimientos y comunidades, facilitan la puesta en marcha de principios circulares, desde la base y de forma colaborativa.
Las administraciones, por su parte, tienen la capacidad de acelerar la transición circular mediante políticas y legislaciones armonizadas, en línea con las europeas.
Pueden también colaborar haciendo un uso proactivo de instrumentos como la compra pública innovadora y la contratación pública verde. Y además tienen la posibilidad de impulsar reformas fiscales y diseñar estrategias educativas.
Algunas empresas, las más innovadoras, aplican ya la circularidad y obtienen con ello una ventaja competitiva. Generan energía a partir de desechos, valorizan subproductos, basan sus modelos de negocio en plataformas colaborativas, crean redes de logística inversa, sustituyen modelos de propiedad por los de pago por servicio o participan en procesos de simbiosis industrial.
Cualquier avance en este proceso ayudará a hacerlo realidad. Una innovación puede traer decenas de innovaciones adicionales. Y esta tendencia ayudará a aterrizar el modelo y a su adopción generalizada y masiva.
La economía circular es uno de los grandes retos creativos de nuestro tiempo. El cambio necesario para conseguirlo es inmenso. La buena noticia es que es posible y beneficioso a múltiples niveles. ¿Apostamos por innovar para escalar la economía circular? Es una oportunidad demasiado buena para perderla.