Durante dos meses, los núcleos urbanos han sido un laboratorio natural donde los fragmentos de naturaleza que ocupan arcenes y rotondas, los céspedes y parterres de parques y jardines e, incluso, los alcorques de los árboles han pasado de una gestión intensiva a una de mínimos. Además de esto, ha habido toda esta serie de factores:
- La primavera más lluviosa del siglo ha coincidido con la interrupción de las actividades de gestión de las zonas verdes urbanas, debido al confinamiento y la bajada de ritmo por pandemia.
- Detener la gestión de las zonas verdes urbanas debido al confinamiento por la Covid19 ha facilitado una naturaleza exuberante que aumenta la presencia de insectos polinizadores.
- Las mariposas se convierten en termómetros de la biodiversidad urbana, ya que son insectos polinizadores muy sensibles que aportan información muy valiosa sobre el estado de salud de un espacio verde.
- Reducir el agua de riego y el uso de pesticidas y abonos en los jardines, una de las principales consecuencias de limitar la gestión del verde urbano, un cambio de modelo coherente con la emergencia climática.
Todo este cóctel ha despertado la vida en las ciudades. Como resultado, nos hemos encontrado una naturaleza exuberante con una floración excepcional que ha amplificado la presencia de insectos polinizadores (abejas, abejorros, mariposas y otros) en las ciudades.
Gestionar de forma selectiva, o hacerlo de una forma menos intensa, es un cambio de paradigma que reduce la necesidad de agua, pesticidas y abonos en estos espacios, destacan desde el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), un centro de investigación público dedicado a la ecología terrestre y el análisis del territorio, que produce conocimientos y metodologías para la conservación, la gestión y la adaptación del medio ambiente al cambio global.
El objetivo de este centro es hacer de puente entre el mundo académico, las administraciones y la sociedad, fomentando la sensibilización y el intercambio de conocimientos en nuestro ámbito de actuación, a nivel local, regional y global.
El centro está situado en el campus de la Universidad Autónoma de Barcelona y se fundó en 1987 como un consorcio entre varias administraciones públicas, entidades de investigación y entidades de formación académica.
Según CREAF, segar en diferentes momentos, o hacerlo sólo en zonas concretas, ayudaría a mantener los prados floridos durante más tiempo. Y es que a partir de ahora, nos tenemos que acostumbrar a ver herbazales dentro de las ciudades que pasan del verde al amarillo, mientras las plantas florecen y fructifican, porque esto permite que proliferen muchos otros organismos.
Varios proyectos de investigación del CREAF ya están demostrando que hay que revisar los procedimientos de gestión, pero sobre todo la concepción que tiene la ciudadanía de este verde cercano. Un césped bien cuidado y segado a ras de suelo no es siempre la mejor opción.
Cambio de paradigma verde
El impacto de este cambio de paradigma puede ser sustancial si tenemos en cuenta que los espacios rodeados por las infraestructuras o áreas urbanas, o adyacentes a ellas, ocupan más de un 16% de la superficie del Área Metropolitana de Barcelona y que un tercio de estos espacios son zonas verdes.
Además, desde el CREAF se recuerda que este cambio de modelo es coherente con la situación de emergencia climática y de biodiversidad en la que nos encontramos y que la pandemia ha dejado en segundo término.
Por un lado, porque reducimos el gasto energético que conlleva esta gestión y, por otra, porque se favorecen nuevos espacios para los insectos polinizadores en declive en todo el mundo. Hay que tener en cuenta que la mala gestión y la alteración de sus hábitats son algunas de las causas más importantes de su disminución.
Las mariposas, termómetros de biodiversidad urbana
El CREAF participa desde hace unos años en dos observatorios ciudadanos de seguimiento de mariposas en entornos urbanos. Estos insectos polinizadores son especies muy sensibles, que aportan una información muy valiosa sobre el estado de salud de un espacio verde.
Uno de estos observatorios es el mBMS, que se lleva a cabo gracias a la ayuda de una treintena de ciudadanos y ciudadanas voluntarias que informan de las mariposas que ven en 6 parques y 2 playas del Área Metropolitana de Barcelona.
Es una iniciativa que se realiza en colaboración con el Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona (IERMB), y que impulsa el Área Metropolitana de Barcelona como parte de su Plan de Mejora de la Biodiversidad de los parques y las playas. El proyecto es un laboratorio de pruebas de varias estrategias de gestión del verde y actualmente comprueba si mantener prados floridos entre el césped cortado mejora la abundancia y diversidad de este grupo de insectos sensibles.
En la ciudad de Barcelona, el CREAF también coordina el uBMSen colaboración con el Museu de Ciències Naturals de Granollers y con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona. Es también un observatorio urbano de mariposas que funciona con ciudadanía voluntaria.