El móvil se ha quedado anticuado. Hay que cambiarlo. El ordenador ya no es el más rápido. Hay que cambiarlo. Este portátil pesa muchísimo. Hay que cambiarlo. Todos estos aparatos juntos, multiplicados por millones, suponen una ingente cantidad de basura electrónica -unos 50 millones de toneladas al año, según la ONU- que acaba, en un alto porcentaje, en los vertederos de países en desarrollo, o los llamados emergentes.
En Asia, China y la India han sido hasta ahora los países donde se ha vertido el 70% de estos desechos tecnológicos, pero en los últimos años Occidente ha encontrado un nuevo vertedero: África, y más concretamente Ghana y Nigeria. Así lo ha confirmado el reciente estudio del Centro de Coordinación del Convenio de Basilea para África en el que se pretendía investigar esta práctica.
El informe apunta que en los años 2015 y 2016 el país africano importó cerca de 60.000 toneladas de aparatos electrónicos usados, de las cuales unas 41.500 toneladas -el 70 por ciento- se transportaron en automóviles de segunda mano. Este método de transporte es «económico» para los transportistas porque permite llenar el valioso espacio vacío, dice en el informe Percy Onianwa, director del Centro de Coordinación para África de Basilea, que también ha participado en el estudio.
A menudo, los transportistas consiguen evitar las inspecciones y las pruebas de funcionamiento porque las autoridades todavía no están preparadas para detectar la chatarra. Los automóviles también están destinados a la reventa.
Europa manda por barco al extranjero miles de toneladas de basura electrónica cada año. La mayoría acaba en Nigeria y Ghana, países situados en África Occidental. Esto está permitido cuando los aparatos -que van desde planchas y computadoras hasta frigoríficos- funcionan. Pero a menudo se trata de chatarra, cuya exportación desde la Unión Europea es ilegal.
Al menos 15.600 toneladas -cerca de un cuarto- de los aparatos electrónicos usados introducidos en Nigeria no funcionaban y, por tanto, eran ilegales, según el estudio de la UNU. A menudo, estos aparatos están mezclados con otros artilugios como bicicletas, dispositivos deportivos y muebles.
El estudio demuestra que unas tres cuartas partes de las importaciones proceden de puertos europeos. Los mayores países exportadores fueron Alemania y Reino Unido, con un 20 por ciento respectivamente, dice el estudio.
En los países en vías de desarrollo, los aparatos importados se reparan y se venden o se desmontan para aprovechar de nuevo las materias primas como el cobre, el aluminio o el cinc. Este último a menudo provoca problemas de salud.
Cada vez se crea más chatarra electrónica a nivel mundial, unos 50 millones de toneladas según la ONU. Entre el 60 y el 90 por ciento de ellas son vendidas de manera ilegal o eliminadas. La basura electrónica está considerada especialmente peligrosa porque los aparatos contienen a menudo materiales nocivos para la salud.
Ghana y Nigeria: el problema de la toxicidad de residuos electrónicos
– Estos productos electrónicos contienen sustancias y materiales químicos peligrosos que suponen serias amenazas tanto para las personas como para el medio ambiente, como altos niveles de plomo tóxico, cadmio, sustancias químicas como los ftalatos DEHP y DBP (que interfieren en la reproducción) o dioxinas cloradas que están relacionadas con el cáncer.
– A esto hay que sumarle, que este tipo de residuos acaban en países con poca o nula legislación sobre reciclaje o gestión de residuos, como en el caso de este país africano, y que en muchas ocasiones estos residuos son tratados por niños, sin ningún tipo de protección y que incluso manipulan los aparatos con las manos para extraer sobre todo aluminio y cobre. Los materiales se tratan en fogatas al aire libre, liberando polvo y humos contaminantes derivados de la quema (sobre todo de la combustión de PVC). Muchos trabajadores, niños incluidos, terminan enfermando.
Obsolescencia programada: ¿Qué podemos hacer?
En este artículo: ‘Acabar con la obsolescencia programada’ ya os lo contábamos pero aún así resumiremos toda una serie de medidas que se deberían tener en cuenta:
– Exigir en la medida en la que podamos, el fin de la obsolescencia programada. Elegir marcas que sepamos que duran más sus productos, exigir en los comercios productos que duren. Francia ha tomado duras medidasrecientemente contra la obsolescencia programada, y los empresarios estarán expuestos a penas de cárcel y a multas las compañías, que podrán ascender hasta los 300.000 euros si se descubre que se llevan a cabo este tipo de prácticas.
– Pedir que aumenten los tiempos de garantía de los productos, y que se garantice la existencia de piezas de sustitución.
– Reciclar nuestros desechos electrónicos de forma correcta y exigir que los fabricantes eliminen las sustancias peligrosas en estos productos.