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La economía circular: una economía regenerativa y restaurativa

Las especiales características y la complejidad del actual contexto económico exigen optimizar el retorno de las inversiones en medios y recursos de todo tipo, y proyectar a la vez al máximo la duración del ciclo de vida de los productos.

Los recursos productivos, sobre todo los naturales y de índole limitada, son cada vez más costosos y escasos, lo cual conduce a la necesidad de gestionarlos con rigor, y de utilizarlos de un modo que permita evitar el despilfarro a lo largo de todo su ciclo de vida.

El clásico esquema lineal extracción-transformación-uso-eliminación ha de ser sustituido por opciones de retroalimentación del tipo reducción-reciclaje-reutilización-recuperación, de acuerdo con los fundamentos de la “Economía Circular”. A lo cual hay que añadir también la necesidad de adoptar nuevos modelos de negocio y de consumo basados en los principios de la sostenibilidad.

La evolución de la economía global ha estado dominada por un modelo lineal de producción y consumo, en el cual se fabrican productos a partir de materias primas, que luego se venden, se utilizan y, a continuación, se desechan como residuos. Aunque se han logrado avances importantes para mejorar la eficiencia de los recursos, todo sistema basado en su consumo en lugar de su uso restaurativo, conlleva pérdidas significativas a lo largo de la cadena de valor.

Además, la rápida aceleración de las economías extractivas y de consumo desde mediados del siglo XX, ha provocado el crecimiento exponencial de factores externos negativos. Es muy probable que estas tendencias se agraven, ya que se estima que la cantidad global de consumidores se duplicará de aquí al año 2030.

Adoptar como única solución del problema la reducción del consumo de recursos y de energía fósil por unidad de producción económica, no modificará la naturaleza finita de las reservas, sino que únicamente retrasará lo inevitable. Varios indicadores señalan que el modelo lineal es cada vez más cuestionado por el propio contexto en el que opera, y que es necesario un cambio profundo del sistema operativo de la economía lineal tradicional.

Fin del modelo de Economía Lineal

La tradicional economía lineal, basada en «tomar, hacer, desechar», y basada en el consumo de grandes cantidades de energía y de materias primas baratas y de fácil suministro, ha sido el elemento fundamental del desarrollo industrial, y ha generado unos niveles de crecimiento sin precedentes en la historia de la humanidad. Sin embargo, tal y como se observó anteriormente, el incremento de la volatilidad de los precios, los riesgos que empiezan a afectar a la cadena de suministros, y las crecientes presiones de la sociedad, han alertado a los líderes empresariales y a los responsables políticos sobre la necesidad de repensar el uso de las materias primas y de la energía. Para muchos, esta situación ha sido el aviso de que ha llegado el momento de aprovechar las ventajas potenciales de la adopción de la economía circular. En este artículo, ‘Nuestro mundo es solo un 9% circular’, ampliamos este tema.

La economía planetaria se encuentra bloqueada en un sistema en el que todo, desde la economía productiva y la contratación, hasta la normativa y el comportamiento de las personas, favorece el modelo lineal de producción, distribución y consumo. Sin embargo, este bloqueo es cada vez más débil debido a la presión que ejerce la ocurrencia de poderosas tendencias de índole disruptiva.

Es preciso aprovechar esta conjunción favorable de factores económicos, tecnológicos y sociales para acelerar la transición a una economía circular. La circularidad ha empezado a desplazar a la economía lineal, y este hecho va más allá de un planteamiento puramente conceptual. El actual desafío es consolidar la economía circular y dotarla de la necesaria transversalidad a escala mundial.

Economía circular: un nuevo enfoque para la creación de valor

La Economía Circular, el sistema holístico que empiezan a utilizar numerosas empresas para repensar sus ciclos productivos, adquiere en estos momentos relevancia a gran velocidad.

Entre otras cosas, trabajar sobre la base de sus principios permite corregir deficiencias durante la fabricación de productos o la prestación de servicios, optimizando el consumo de recursos, reduciendo la generación de residuos y subproductos desechables, y aportando nuevas fuentes de producción y ahorro de energía. La economía circular facilita además aplicar el principio de la Prevención Integral y de la Sostenibilidad en materia ambiental, ya que incluye la consideración de los aspectos fundamentales necesarios para garantizar el modelo de desempeño que requiere la era de la globalización.

Numerosos planteamientos basados en la economía circular adquieren en la práctica la forma de “leasing” o de “renting”, de “intercambio de residuos valorizables” como materia prima o fuentes de energía, o de compromiso de “recambio-sustitución”, como es el caso, por ejemplo, de lo que se empieza a ver en el sector de los electrodomésticos, o del reacondicionamiento de equipos y maquinaria industrial.

Estas iniciativas implican casi siempre la reconfiguración de los modelos de negocio, lo cual pasa necesariamente por la adopción de los principios de la “eco innovación” o del “ecodiseño”, una de las bases fundamentales del desarrollo sostenible, tal y como te contamos en este artículo: ‘Biodiversidad, economía circular y adaptación al cambio climático’.

El diseño y los procesos productivos deben ser ajustados a la producción de artículos de larga durabilidad, bien sea mediante el incremento de su vida útil, o permitiendo la sustitución de componentes a lo largo de su ciclo de vida mediante su reparación, reacondicionamiento o nueva fabricación, principios que están del todo reñidos con la habitual práctica de la “obsolescencia programada”.

Aún más revolucionario es lo que ocurre cuando las industrias establecen con sus clientes un compromiso de implantación de modelos de negocio innovadores, mediante los cuales el proceso de reciclaje o reacondicionamiento se logra a través del retorno de los productos obsoletos a la cadena de producción.

Sin embargo, este esquema es aplicable solo cuando se dispone de mecanismos, infraestructuras y vías de recolección y logística que faciliten a los usuarios el retorno de los artículos al productor o al distribuidor, lo cual implica la necesidad simultánea de cambiar los modelos y hábitos de consumo a nivel del propio ciudadano, el verdadero motor de la demanda de productos y servicios.

Los principios de la Economía Circular son aplicables a diversos sectores de actividad, entre ellos es importante hacerlo en dos áreas críticas que requieren atención de modo urgente y prioritario: la gestión de los residuos y del ciclo del agua. La primera, constituye una valiosa oportunidad para generar beneficios económicos y ambientales. La segunda, se enfoca a preservar un recurso escaso y frágil, que debe ser tratado con especial rigor.

Es por esto que el modelo de economía circular es un sistema que añade valor siendo, a su vez, un proceso regenerativo de la economía y de los recursos naturales.