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La responsabilidad social empresarial, el auténtico diálogo con los ‘stakeholders’ y el ‘greenwashing’

¿Qué es la Responsabilidad Social empresarial?

La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es la estrategia procedente de la acción privada para alcanzar un modelo basado en el desarrollo sostenible. Las empresas que han adoptado esta práctica, intentan reconciliar su actividad con el aumento de la cohesión social y la solidaridad y el respeto al medio ambiente. Todo ello sin olvidar su competitividad dentro del mercado.

Aunque el desarrollo sostenible es un término ciertamente controvertido, el desarrollo no puede ser infinito en un planeta con recursos finitos, podríamos definir este concepto como “el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades, según el informe Brundtand.

La Responsabilidad Social bien entendida es una estrategia transversal en la que la empresa se rige por estándares e incluye áreas como el Gobierno Corporativo, diálogo con los grupos de interés, impacto ambiental, diversidad y oportunidades, gestión multicultural, comportamiento ético, acciones de influencia política, salud y bienestar, transparencia y rendición de cuentas, entre otros.

El diálogo con los grupos de interés

Uno de los principios básicos de la RSC es el diálogo con los grupos de interés (stakeholders). Una responsabilidad genuina consiste en aquella que la organización y sus stakeholders están en continuo feed back. Se retroalimentan y avanzan de la mano como un todo, sólo así se idea una filosofía compartida e inclusiva que permite el desarrollo sostenible a largo plazo. Una de las herramientas más útiles es establecer una declaración de valores por parte de los stakeholders para que la corporación pueda apadrinarlos. 

Esta declaración de valores, establecida, entre otras, en las normas AA1000, permite a todos los actores hablar un mismo idioma e interpretar las actividades en el mismo contexto social y ambiental; de esta manera, es más fácil alcanzar una visión común, asentar un sentimiento de permanencia global; y delimitar las acciones de RSC así como ayudar a jerarquizarlas.

Una empresa que gestiona de forma inclusiva la opinión de los stakeholders busca beneficios tangibles para todos, controla mejor los riesgos sociales y ambientales (pues la gestión está incluida en toda la cadena de valor), da consistencia a los informes de rendición de cuentas y obtiene más miradas a largo plazo y constancia en sus relaciones.

No todo es RSC: el Greenwashing

Pero no es oro todo lo que reluce. Hay corporaciones que, para lavar su imagen, realizan márquetin verde para promover que sus productos son respetuosos con el medio ambiente y el entorno social para de esta forma aumentar los beneficios. 

Lo cierto es que aprovechando el auge de la RSC, el uso de esta práctica ha aumentado en los últimos años. Fruto de la carencia de un sistema homologado de acreditación de RSC, existe una enorme confusión entre la práctica genuina y el márquetin social y ambiental. Ciertamente, se utiliza el márquetin como tapadera de la irresponsabilidad y, en el marco de esta confusión, muere la RSC. Puedes conocer más sobre esta práctica aquí.

Una de las soluciones sería establecer normas regulatorias (un sistema homologado de acreditación en Europa), pero existe controversia entre la necesidad de imponer, o no, obligaciones a las empresas de reportar sus acciones y la de establecer, o no, indicadores comunes o sellos. Frente a los múltiples sistemas de rendición de cuentas (Global Reporting Initiative, normas AA1000, SA8000…), hay un número creciente de auditorías sociales y medioambientales que señalan los engaños.

A pesar de ello, también es cierto que la RSC es un camino, en el que cada uno intenta avanzar en la medida de sus posibilidades. En esta web, podrás ver cómo han ido evolucionando la práctica del reporting país por país.  

La RSC y la economía circular

Existen algunas empresas que desde hace tiempo integran la economía circular en su estrategia. Si no sabes qué es economía circular, lee este artículo: ‘Qué es la economía circular?’. Una de ellas es Ricoh, con Comet Circle TM. Desde 2001, la compañía logró cumplir con el objetivo de “Cero residuos al vertedero”, maximizando la productividad de los recursos, limitando la producción de residuos y reduciendo el consumo de papel y agua. 

Ricoh trabaja en el reciclado continuo, identificando y reduciendo el impacto ambiental de los proveedores y clientes, reutilizando y reciclando todas las materias primas que se han transformado en productos y reciclando a varios niveles.

Otro de los ejemplos paradigmáticos, y aliado estratégico de la Fundación Ellen MacArthur Foundation, es Philips que hace tres años ya presentó en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, su forma de concebir la economía circular a través del CE100, en periodo de transición.

Una de sus máximas consiste en promover el cambio cultural de la propiedad a los servicios gestionados; por ejemplo con la instalación de LED de larga duración en la que Philips mantiene la propiedad y presta los servicios gestionados para ampliar la duración y el rendimiento. Es una situación en la que todas las partes salen ganando, el cliente saca partido a las soluciones más innovadores, al mismo tiempo que se reducen los costes energéticos y se generan ahorros en las operaciones al reducirse el mantenimiento y la  depreciación.

Tampoco hace falta ser una gran empresa para aplicar la economía circular en la RSC. Josep Amat, gerente de Arts Gràfiques Orient, hace años lanzó el programa Escola Impremta, una iniciativa que busca que las imprentas donen todo el sobrante en papel a las escuelas con un doble objetivo: fomentar la creatividad en las escuelas públicas (ya que el papel excedentes de las imprentas tiene muy buena calidad) y concienciar sobre el hábito de la reutilización.