Ellen McArthur (1976, Reino Unido) es hoy una de las personas más influyentes en una filosofía y un concepto que hasta que ella bautizó como economía circular había sido estudiado por varias escuelas con el nombre de economía azul, ecología industrial, biomímesis, cradle to cradle, economía del rendimiento o diseño regenerativo.
Mientras la regatista navegaba los mares de todo el mundo cayó en la cuenta de la cantidad de materiales que se necesitan para sobrevivir y de los que, al no hacer escala alguna, no podía deshacerse.
Reflexionó entonces sobre todo lo que llevaba en la embarcación y cómo todo ello había formado parte antes de otra cosa, de materia prima, “¿y si todo esto estuviera pensado para volver a ser otra cosa, sin tener que tirarlo?”, se preguntó. Poco después montaría la primera fundación de economía circular y le daría su nombre.
Nuestra economía lineal tiene los días contados. El planeta pide a gritos que consumamos de forma responsable y que vayamos más allá de esa filosofía ecologista de las tres erres (reducir, reutilizar y reciclar) reduciendo energía y recursos. Esto, sin embargo, parece utópico en el mundo en el que vivimos porque ¿cuántas veces advertimos que el teléfono, la tostadora o el ordenador están diseñados para romperse en cuanto se acaba la garantía? Este fenómeno, que se conoce como obsolescencia programada, ha dejado de ser un mito.
El futuro será circular o no será
En los últimos años el movimiento para visibilizar este problema ha visto nacer asociaciones de consumidores con cierto poder mediático, como la alemana Murks, nein danke (Chapuzas, no gracias) que reseña y analiza todos los aparatos electrónicos en el mercado y su fecha de caducidad.
Este tipo de iniciativas pone sobre la mesa la cantidad de materia que queda rápidamente obsoleta y pasa a la basura, muchas veces con difícil reparación y reciclaje porque la materia es barata y no es lo mismo el plástico que está hecho para durar que el que está pensado para romperse. ¿Y qué hacemos con todo ese plástico roto e inservible? Se acumula en montañas de basura, gastamos energía quemándolo y encima hay que comprar otra vez.
Este sistema lineal es, precisamente, el que la economía circular quiere romper y que el Acuerdo de París ha tachado de insostenible, en términos de contaminación de CO2 a la atmósfera. Toca dejar de extraer tanta materia prima, de gastar energía que contamina y que todo pueda tener muchos más usos.
La Unión Europea se propuso poner por escrito los principios de la economía circular, destacando el impacto económico que tendría cambiar de modelo, pero no lo hizo hasta 2015.
Siguiendo el programa de Cero Residuos para Europa, nuestra economía sería un 30% más productiva y podría dar trabajo, en menos de 15 años, a más de dos millones de personas repensando los productos para que sean “más duraderos, con menos impacto energético en su fabricación y menos contaminantes.
Según Europa, la adopción de un sistema basado en la economía circular supondría un ahorro a las industrias europeas de 600.000 millones de euros al año. Una de las primeras comunidades autónomas en hacer los deberes ha sido Euskadi, que desde Ihobe (la oficina de política ambiental del Gobierno vasco) ha potenciado y financiado la creación de empresas circulares.
Desde este departamento aseguran que estos proyectos son capaces de mejorar la competitividad de las empresas hasta en un 62%. Entre estas empresas está el proyecto del arquitecto Aitor Fernández Oneka, que fue pionero en ecodiseño, con Oneka Arquitectura, montada hace 12 años.
Antes de de esta empresa, procesos sostenibles solo se aplicaban a la industria y hace cinco años montaron Rener, una consultoría especialista en eficiencia energética y sostenibilidad en la edificación.
También sin ánimo de lucro trabaja Ecovidrio, que se dedica al reciclaje de los envases de vidrio que consumimos y a labores de concienciación.
La economía lineal ya no sirve porque tenemos que repensar cómo queremos que sea el planeta. Solo en 2017, el reciclaje de Ecovidrio evitó que 485.000 toneladas de CO2 salieran a la atmósfera. No lo hacen ellos, son los ciudadanos que depositan los envases en el contenedor y su trabajo es controlar todo el proceso.
Los expertos aseguran que el interés por la economía circular está relacionado con la crisis. Durante los años más duros, la gente empezó a preocuparse por no comprar, por no tirar, por arreglar… por reutilizar, por eso la obsolescencia programada tiene los días contados.
Otro ejemplo es Donalo.org, un proyecto de Fundación real dreams (Frd), entidad no lucrativa constituida en 2007 con la misión de dinamizar la acción social entre empresas y ONG. Su objetivo es conseguir recursos materiales, de fondos y de tiempo a través de herramientas digitales.
La más conocida es migranodearena.org, plataforma de crowdfunding para ONG que ha conseguido recaudar más de 5.900.000 euros. Donalo.org no es más que la reformulación de un proyecto que donación de excedentes que ya se gestionaba desde 2007 y que en 2016 se convirtió en plataforma digital.
Este programa se centra en recoger los aparatos, revisar y / o repararlos y etiquetarlos individualmente para tener una trazabilidad vía Código QR, y finalmente distribuirlos a entidades sin ánimo de lucro que ayudan a personas con dificultades económicas y sociales, o con riesgo de exclusión social.
Precisamente, este mes la Agencia de Residuos de Cataluña (ARC) ha seleccionado seis proyectos catalanes para la IX edición del Premio Europeo de la Prevención de Residuos, que se dará a conocer en una ceremonia a finales de mayo en Bruselas (Bélgica). Entre estos seis candidatos se encuentra la Fundación Real Dreams por el programa Donalo.org.
Además de adaptar y adherirse a los principios de la economía circular, estas entidades tienen en común el gestionar el talento con esos mismos criterios e incorporar nuevos ámbitos y profesiones al esquema, por ejemplo, el ecodiseño, que estudia cómo hacer productos cuya producción requiera menos energía y materia nueva y que dure más y sea reciclable.
En realidad, el velero de Ellen McArthur solo fue una excusa, parece inevitable hacer la transición a una economía circular. Ellen es una inspiración, su descubrimiento es importantísimo, pero ahora nos toca a nosotros, le toca a la industria evolucionar tan rápido como el viento que le llevó a dar la vuelta al mundo.